Esta pieza surrealista, una calavera que exhala humo de cigarro, encarna la lucha entre la vida y la muerte, entre el deseo y el vacío. En tonos intensos de negro, rojo y morado, captura la crudeza de lo efímero, recordando al espectador la belleza y el desafío dentro de la fragilidad de la existencia.
Ideal para quienes encuentran significado en la oscuridad, esta imagen es más que solo arte; es una declaración emocional, un recordatorio de que, aunque la muerte siempre acecha, la vida se saborea mejor en esos momentos crudos y confrontativos que nos devuelven a nuestra esencia.