"El dios Tláloc, con su cuerpo hecho de tormenta y niebla, extiende su mano hacia adelante. Flotando en el aire, por su mandato, aparece la imagen luminosa y translúcida de una mujer. Su rostro es de una belleza que nace de la fuerza y el temple , y en sus ojos arde una llama serena pero intensa. El guerrero Atzin, de pie frente a la aparición, mira fijamente la visión, con una expresión que mezcla la sorpresa y la pesada carga de la misión que se le encomienda. La escena está enmarcada por la selva oscura, haciendo que la visión brillante sea el punto focal. El estilo debe ser fantástico y ensoñador, capturando un momento de profunda revelación."